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Playas desconocidas en la costa de Oaxaca.

playa

No se trata de una zona virgen al turismo, aquí es diferente, los visitantes no parecen estar en pos de un “shock de descanso”; es más, no parecen pretender otra cosa que estar, simplemente; lo demás lo proveerá la naturaleza.

San Agustinillo
Al oeste de Puerto Ángel está la Bahía de San Agustinillo, de mar tranquilo y azul. No es una playa completamente virgen, pero su estilo es bastante rústico y el pueblito de pescadores minúsculo se concentra en el extremo oeste de la bahía. Desde allí hacia el este, si se camina, se ve que las palapitas desaparecen en seguida abriendo el espacio a la desierta de una playa espectacular, que termina en toda la extensión de Playa Aragón, ésta es una de las secciones más imponentes de la costa chica. Su geografía montañosa y de acantilados abruptos hicieron imposible construir hoteles y otras estructuras sobre la playa, y gracias a esto aquí se conserva la fuerza del paisaje casi intacto.

El día puedes comenzarlo con una clase de yoga en Rancho Cerro Largo, una posada muy bonita tipo palapa en la cima de un cerrito sobre el mar. Mario, el propietario, es aficionado a esta práctica y la comparte en forma gratuita con quienes quieran acercarse.

Más tarde bajar  a la playa y caminar hacia la caleta protegida por piedras en donde es posible nadar sin ningún peligro. A la hora de comer elegir entre las palapitas que se alinean frente a la caleta. En este pueblo de pescadores siempre hay pescado fresco. Quien camine por la playa, podrá sentir los aromas de las cocinas: atún, huachinango, robalo, ceviche, camarón y ostiones.

Cuando baja el sol, lo mejor es caminar hacia el este hasta Playa Aragónpara ver cómo se hunde en el mar. En este rincón casi desierto de la bahía la naturaleza creó un escenario único. De la arena brotan promontorios de roca dorada de contornos afilados, erosionados por la energía caótica del mar. También surgen del mar rocas blancas y negras como torres o puentes, castillos deshabitados o habitados en realidad por miles de pájaros fragata y pelícanos que anidan en los huecos. En este paisaje surreal parece que la fuerza de los elementos se congelaran en un gesto ascendente. La luz del atardecer ayuda a revelar la cualidad espiritual de esta naturaleza.

Por la noche además de la oferta típica de los comedores que ofrecen platillos de mar, hay un par de opciones inesperadas: una pizzería muy bonita comandada por una pareja italo-argentina, llamada La Termita, y Tío Nerone, un restaurancito de pastas italianas auténticas bajo el cuidado de una pareja italo-germana.

Mermejita
Muy cerca de San Agustinillo, pasando la bahía de Mazunte, existe otra playa que hasta hace pocos años era un paraje completamente deshabitado, y que ahora, debido a su belleza, un puñado de aventureros están construyendo algunas casas estilo Robinson Crusoe, usando materiales de la zona, aunque con cierta sofisticación arquitectónica.

Esta es la playa favorita para venir a ver el atardecer, ya que en cualquier época del año aquí el sol se pone sobre el mar. Durante el día los pocos visitantes caminan hacia la piedra del Torón, un promontorio que surge del mar en el extremo oeste de Mermejita, para darse un baño de mar. En esta playa, por ser bastante abierta, el mar suele tener olas grandes y no es tan aconsejable aventurarse aguas adentro. Como compensación, por ser casi mar abierto, es el mejor lugar para ver delfines, ballenas francas y orcas, a veces a muy poca distancia, saltando y jugando.

Cuando baja el sol, como en un ritual concertado, los viajeros se sientan en la arena para ver los últimos rayos del sol en atardeceres muchas veces inolvidables.

San Agustín de las Flores
Pocos saben que una de las bahías más bonitas de Huatulcotodavía permanece casi desconocida y se conserva milagrosamente intacta como un paraíso natural. Antes de entrar en la muy turística ciudad de Huatulco, se gira a la derecha por la callecita de terracería que nace frente al aeropuerto, y uno se interna en una zona tropical muy verde, tapizada de papayales, platanares y mangos.

Luego de 20 minutos se llega. Una medialuna de arena coralina blanca y fresca, similar a la del Caribe, encierra un inmenso arrecife de coral bajo las aguas más cristalinas de la costa oaxaqueña. Esta playa es el paraíso del esnorquel y también del buceo para quienes lleven equipo propio. Basta calzarse una máscara y nadar unos metros dentro de estas aguas siempre tranquilas para toparnos con arrecifes de coral, cardúmenes de peces plateados, azules, amarillos, agujones, morenas y a veces incluso tortugas.

No hay sitios que ofrezcan alojamiento en la playa, aunque algunas palapitas durante el día preparan platillos de mar. Claro, la única opción es acampar, y vale la pena.

Esta gran bahía enmarcada por campos cultivados, con extensiones de arena vacías, y por fondo las montañas, nos da una idea de cómo eran las bahías de Huatulco apenas hace dos décadas, un maravilloso paraíso virgen, antes de la construcción de los hoteles.

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